De completo disparate puede tacharse la gesta que protagonizó una mujer metiéndose en unrío profundo y enloquecido para intentar salvar la vida de una veintena de patos en plena tormenta histórica, nombre con el que se ha definido al devastador huracán Sandy.
Desoyendo las más elementales advertencias de protección civil, que aconsejan meterse en casa y no salir bajo ningún concepto, Justina Laniewski, de 41 años, de Glen Rock, en Pennylvania, dio un portazo y salió al furibundo encuentro de la naturaleza, es decir, en pleno huracán a su devastador paso por la costa este de los Estados Unidos.
Como ella, también su hija estuvo a punto de ser engullida por las aguas. Por suerte, la niñita, de tan sólo cuatro años de edad, fue detenida por un vecino cuando, aterrorizada, ya se disponía a lanzarse al agua, yendo detrás, como un patito que sigue a ciegas a su mamá pata.
Como ella, también su hija estuvo a punto de ser engullida por las aguas. Por suerte, la niñita, de tan sólo cuatro años de edad, fue detenida por un vecino cuando, aterrorizada, ya se disponía a lanzarse al agua, yendo detrás, como un patito que sigue a ciegas a su mamá pata.
Una escena surrealista
Imaginar la escena nos lleva a un lugar entre lo surrealista y lo absurdo, pero también puede considerarse que hubieran podido más sus ansias, su necesidad de salvar a los 20 ó 30 patos que vivían allí, que el sentido común más básico.
¿Qué motivaría su decisión? La prueba de alcoholemia que se le hizo demostró que estaba un poco bebida, pero tampoco como para hacer locuras. Un 0,2 de alcohol en sangre es incompatible con una tolerancia cero en conducción, pero tampoco enajena a nadie hasta tal punto. Por lo tanto, habría que buscar otros motivos. ¿Locura transitoria, amor por los animales, un activismo animal desaforado? Sea lo que fuere, una cosa es segura: la susodicha tendrá que enfrentar cargos de imprudencia temeraria, de conducta desordenada y de embriaguez pública.
Actualmente está en libertad, tras haber pagado 5.500 euros de fianza y, según declaró el sargento que la salvó y, acto seguido, la detuvo, la mujer tuvo suerte de haber tenido cerca una estación de bomberos, que la rescataron cuando estaba ya con el agua al cuello, a punto de serarrastrada por una endiablada corriente. Afirma que, de no estar listos para actuar por el huracán Sandy, quizás no hubieran podido acudir con tanta rapidez. Aunque, bien mirado, ésta fue su primera actuación al respecto.
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