Los dos tuvieron un difícil comienzo en la vida, pero ahora ésta les sonríe. Conocerse, compartirla, ha sido un regalo maravilloso que no dejan de disfrutar el pequeño Owen y el peludo de Haatchi, un niño enfermo y un perro de tres patas que se han convertido en amigos inseparables, casi en hermanos gemelos.
Antes de encontrarse, sus vidas fueron un infierno. Si Owen Howkins, un niño británico de siete años con síndrome de Schwartz Jampel, una condición que tensa sus músculos, vivía aislado,sin salir a la calle por miedo a relacionarse con los demás, el perro también pasó lo suyo: además de un abandono, sufrió un atropello ferroviario tras ser cruelmente atado junto a unas vías, lo que obligó a amputarle la cola y una pata. Ahora, sin embargo, todo es muy distinto, se han adoptado el uno al otro y no soportan estar separados.
Sólo Haatchi, un pastor de Anatolia de mirada bonachona, vital y cariñoso como él sólo, logró llegar donde la comunicación humana no pudo e infundió al niño unas tremendas ganas de vivir que se reflejan en su nueva vida, que ha dado la vuelta como un calcetín.
Sólo Haatchi, un pastor de Anatolia de mirada bonachona, vital y cariñoso como él sólo, logró llegar donde la comunicación humana no pudo e infundió al niño unas tremendas ganas de vivir que se reflejan en su nueva vida, que ha dado la vuelta como un calcetín.
Aquel niño marginado, que sonreía muy pocas veces, al que le costaba hablar y estar activo, es ahora dicharachero y feliz. Sale a pasear con su perro, que también parece haber olvidado elmaltrato al que fue sometido, sus terribles heridas cuando aquel tren le pasó por encima hace unos diez meses.
El futuro se adivinaba triste para ambos, pero todo empezó a marchar cuando el papi de Owen, Will, y su novia, Colleen Drummond, supieron de la difícil situación del animal y decidieronadoptarlo. Ni siquiera podían sospechar que aquel gesto de solidaridad con el adorable chuchito les sería devuelto con creces, y de un modo tan especial.
Amigos inseparables
“Desde que se conocieron, el efecto que Haatchi ha tenido en Owen ha sido increíble. Antes, a Owen no le gustaba salir, era prácticamente agorafóbico, y en la escuela se volvió aún más retraido al verse distinto a los demás.
Tras compartir su vida con el perro se ha vuelto más sociable, sale a la calle con su perro y quiere ir siempre a exposiciones caninas para enseñarle a todo el mundo lo maravilloso que es su amigo. Los cambios que vemos en él día a día no pueden expresarse con palabras”, dice Colleen emocionada.
Sin duda, ésta es una tierna historia con un final insospechadamente feliz que atesoramensajes realmente valiosos, como la importancia de la amistad, del respeto animal, de la comunicación sin barreras, de la influencia positiva de los animales en nuestras vidas o, sobre todo, quizás, de la imparable, poderosísima fuerza del corazón.
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