Es un fenómeno natural único en el mundo, algunos afirman que es una fuerza gravitacional, otros que hay una conexión con los ovnis, ¿Pero cuál es el enigma que encierra este singular hecho?
Un extraño fenómeno tiene lugar en el Extenso Valle de la Muerte (Death Valley), entre California y Nevada, uno de los lugares más desolados del mundo, ocurre algo único e inexplicable, se trata de piedras que “caminan” y dejan huellas de decenas de metros de extensión.
Nadie pudiera imaginar que esto suceda a unas cuantas millas de montañas coronadas de nieve, pinos y flores silvestres que otean centenares en kilómetros cuadrados de desierto.
De las muchas maravillas naturales del Valle, las piedras que se mueven es la más notable. Estas piedras están esparcidas por la superficie agrietada del Racetrack ("pista de carreras"), extensión de 3 millas de largo (aprox.) que antiguamente fue el lecho de un lago, hoy seco.
Del tamaño de un guijarro al de una roca, parecen piedras comunes. Lo curioso son los surcos que van dejando, largos y poco profundos. Algunas de estas huellas son totalmente rectas; otras zigzaguean o forman una ligera curva. Las piedras se mueven aparentemente por sí solas, en el lecho seco y con frecuencia recorren distancias considerables, de cientos de yardas.
Año tras año, muchos investigadores intentaron comprender la razón por la cual las piedras podían moverse de esa manera tan insólita.
¿Cómo se mueven estas piedras?
Algunos afirman que la responsable es una gran fuerza gravitacional y extraterrestre; otros insisten en que este fenómeno guarda conexión con los ovnis; hay quienes piensan que existe una explicación natural. Sin embargo el doctor Robert P. Sharp, profesor de geología en el Instituto Tecnológico de California, estudió el fenómeno durante siete años. Seleccionó 30 piedras de diferentes formas y tamaños, las etiquetó les dio nombre y señaló su posición con una varilla de metal para ver si se movían. Todas se mostraron complacientes, salvo dos. En menos de un año, una roca se desplazó 262 pies en varios movimientos, y una piedra de apenas una libra hizo de un solo tirón el movimiento más largo: 210 pies.
Algunos afirman que la responsable es una gran fuerza gravitacional y extraterrestre; otros insisten en que este fenómeno guarda conexión con los ovnis; hay quienes piensan que existe una explicación natural. Sin embargo el doctor Robert P. Sharp, profesor de geología en el Instituto Tecnológico de California, estudió el fenómeno durante siete años. Seleccionó 30 piedras de diferentes formas y tamaños, las etiquetó les dio nombre y señaló su posición con una varilla de metal para ver si se movían. Todas se mostraron complacientes, salvo dos. En menos de un año, una roca se desplazó 262 pies en varios movimientos, y una piedra de apenas una libra hizo de un solo tirón el movimiento más largo: 210 pies.
Sharp estudió las huellas y verificó las condiciones meteorológicas locales que imperaban cuando se realizó cada movimiento. Concluyó que las fuerzas combinadas del viento y el agua eran las responsables, y esta opinión se vio apoyada por el hecho de que el curso de las huellas correspondió a la dirección de los vientos dominantes. El promedio anual de lluvia en ese sitio raras veces supera una pulgada, pero incluso una lluvia muy ligera formará una capa de humedad sobre la dura superficie, una fuerte ráfaga de viento hará que una piedra se deslice sobre la superficie a una velocidad de casi un pie por segundo.
Otra de las teorías son las láminas de hielo formadas por el agua que surge periódicamente a la superficie puedieran provocar el deslizamiento de las rocas. Esta teoría fue propuesta por primera vez por George M. Stanley en 1955 y desde entonces ha sido apoyada por numerosos científicos.
Al parecer, durante el invierno, pequeños collares de hielo se forman alrededor de las piedras cuando el agua del lago fluye bajo el terreno.
Según publica la edición online de la revista National Geographic, donde se muestran numerosas fotos de la investigación, los investigadores llegaron a esta conclusión tras colocar diminutos sensores bajo el suelo para controlar los flujos de agua. El equipo descubrió que los sensores registraron temperaturas de congelación del agua en marzo, lo que crearía las condiciones adecuadas para que el hielo formara los «collares».
Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta explicación, muchos consideran que hace falta un fuerte viento para que se produzca el movimiento, aunque esto no explicaría cómo las rocas cambian de dirección e incluso, repentinamente, deciden ir marcha atrás.
Cualquier teoría está por demostrarse, pero lo cierto es que observar las fotografías de las piedras es todo un espectáculo. Las rocas se mueven tan rápido como lo haría una persona y parecen tener vida propia. Y aunque aparentemente hay una explicación científica de cómo se mueven, la maravilla que inspira tal fenómeno ha convertido a las piedras del Racetrack en un atractivo turístico, e incluso para muchos esto sigue siendo uno de los Misterios y Enigmas de la Naturaleza...
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