Muchas personas creen que es imposible nadar junto a un gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) sin ser devorado. Esta creencia se debe en gran parte al cine de ficción, sin embargo la realidad indica que estos animales pueden (como todos los animales del planeta) comunicarse en forma “pacifica” con los seres humanos. A continuación les presentamos una serie de fotografías de buzos nadando junto a grandes tiburones blancos. En un futuro cercano, solo podremos verlos por fotografías, ya que se estima que existen menos de 4.000 tiburones blancos en nuestros océanos.
Se estima que el tiburón blanco apareció en el planeta durante el Mioceno, siendo el fósil más antiguo encontrado de hace unos 16 millones de años aproximadamente.
Por ahora no existe ninguna moratoria legal internacional sobre la pesca del tiburón blanco, aunque ésta está prohibida en algunas áreas de su distribución. El tiburón blanco es una especie protegida en California, la Costa Este de Estados Unidos, el Golfo de México, Namibia, Sudáfrica, Maldivas, Israel y parte de Australia (Australia Meridional, Nueva Gales del Sur, Tasmania y Queensland).
La Convención de Barcelona lo considera una especie amenazada en el Mediterráneo, pero casi ningún país con salida a este mar ha dispuesto medida alguna en favor de su conservación.
Aunque cueste creerlo por la leyenda urbana tan intensa en contra, los ataques de tiburones contra seres humanos son bastante raros. Dentro de éstos, los del tiburón blanco se pueden considerar anecdóticos si se comparan con los del tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) o el tiburón toro (Carcharhinus leucas), el último de los cuales puede incluso remontar grandes ríos (Misisipi, Amazonas, Zambese, etc.) y atacar a las personas a varios kilómetros del mar.
Los experimentados buzos, William Winram y Pierre Frolla, con el objetivo de disipar los mitos que rodean a los tiburones blancos nadan sin jaulas y sin ningún otro dispositivo de protección cerca de la isla mexicana de Guadalupe en el Océano Pacífico.
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