Una vez en el avión, el seguro del transporte de Ondas cedió y el gato corrió por los pasillos de primera clase, donde los pasajeros intentaron atraparlo sin éxito. Ondas se dirigió a la cabina del piloto, colándose bajo los pies de los pilotos hacia un compartimento inaccesible de pequeño cableado.
Los pasajeros se vieron obligados a abandonar el avión y los técnicos trabajaron desmontando piezas del compartimento para acceder al gato. Finalmente, Ondas pudo ser sacado sano y salvo del compartimento del avión, que despegó con más de cuatro horas de retraso.
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