Los científicos están rompiendo con algunos de los mitos más populares del comportamiento sexual animal. A medida que las investigaciones avanzan, se sabe, entre otras cuestiones, que muchas especies consideradas monógamas pueden llegar a ser promiscuas, practican todo tipo de comportamientos sexuales, y se han observado relaciones homosexuales hasta en 1.500 especies.
En cualquier caso, los expertos recuerdan que no se puede comparar la sexualidad humana y la del mundo animal.
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El comportamiento sexual de los animales es mucho más complejo y diverso de lo que se suele creer. Por ejemplo, los bonobos, los primates más cercanos genéticamente a los seres humanos, desarrollan una sexualidad y unos códigos de conducta muy variados. En una misma comunidad pueden convivir bonobos homosexuales, bisexuales y heterosexuales sin conflictos aparentes, con individuos de mayor o menor edad, y es la única especie, además de la humana, que copula cara a cara.
Asimismo, algunas parejas pueden ser duraderas, pero otros cambian de pareja sexual frecuentemente; las parejas homosexuales suelen adoptar y criar a miembros huérfanos o colaborar en la crianza con los grupos matriarcales; las hembras se masturban entre sí por diversión; las disputas jerárquicas entre machos suelen acaban en diversas caricias eróticas? Sin embargo, todavía no se conoce mucho de estos animales: Las constantes guerras que asolan su hábitat único, al sur del río Zaire, dificultan la labor de los investigadores.
Los zoólogos y biólogos diferencian entre monogamia social, sexual y genética. Así, son muy frecuentes las relaciones "extra-matrimoniales" en parejas monógamas. Según los investigadores David Barash y Judith Lipton, la promiscuidad es mayoritaria en los animales. En su libro "El mito de la monogamia" afirman que, gracias a las técnicas de ADN, se han encontrado águilas, gansos, cisnes, gibones, castores y distintas especies de aves, hasta ahora consideradas monógamas, con padres distintos a los que las cuidaban desde el nacimiento. Por ejemplo, un estudio de 180 especies de pájaros cantores socialmente monógamos descubrió que sólo el 10% era sexualmente monógamo. Las relaciones poligámicas también son muy frecuentes, y se producen en todas sus combinaciones posibles, como la poliandria (una hembra se relaciona con dos o más machos) o la poliginandria (dos o más machos con dos o más hembras). La poliginia (un macho con dos o más hembras) es la poligamia más común entre vertebrados, y es por ejemplo el "estilo de vida" del ciervo, capaz de reunir a su alrededor un auténtico harén. No obstante, también hay espacio para la fidelidad absoluta: El albatros jamás vuelve a emparejarse si muere su pareja, al igual que la cigüeña blanca.
Y no todo es lujuria y desenfreno. Una especie de tortuga, por ejemplo, junta las patas si no desea aparearse. Si una delfín hembra no está dispuesta puede darle un golpe corto y seco en la cabeza o en el pene a su pretendiente. El "aquí te pillo y aquí te mato" tampoco es del agrado de la rana venenosa, que sólo cohabita debajo de un lecho de hojas, o de la hembra de un tipo de mosca que sólo satisface a su amante si ha ejecutado una danza nupcial con un velo hilado por él. Y en ocasiones, el incesto es el único sistema de procreación en especies como conejos o ratas o chimpancés.
Asimismo, también hay cabida para todo tipo de conductas maternales. La adopción de cachorros por hembras o incluso por machos, y a veces de especies distintas. Los cocodrilos son los mejores padres, encargados de llevar con la boca a sus crías de una en una hasta el nido previamente fabricado por él. Incluso hay tortugas que dejan que el cocodrilo lleve a sus crías al nido. Por su parte, las manadas de elefantes asumen un duelo colectivo cuando alguna de ellas pierde una cría. |
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Según Pilar Cristóbal, que acaba de publicar su octavo libro de ensayo "También los jabalíes se besan en la boca, y otras curiosidades sexuales del reino animal", "cuando son conductas agresivas se tiende a generalizar a todos los individuos de la especie. Cuando son tiernas, solidarias, cariñosas, se dice que es ese ejemplar concreto. Nos da miedo atribuir a los animales conductas que entendemos sólo humanas".
Las épocas de celo o periodos en los que las hembras están más mental y físicamente proclives al apareamiento, son comunes en muchas especies, aunque los comportamientos sexuales en estos animales también se producen fuera de estas épocas. Por su parte, para demostrar que los animales tienen orgasmos, se han utilizado medidores para comprobar la aceleración de la respiración y del ritmo cardiaco. En cualquier caso, los científicos no pueden afirmar de manera concluyente que los animales encuentran "placentero" el sexo.
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